El Fútbol Club Barcelona hizo simplemente lo que tenía que hacer, proponer un partido duro y peleado en el medio campo y esperar la genialidad de uno de sus cracks. El equipo se sobrepuso al golpe de ver lesionado a Messí y siguió a lo suyo, con Larsson ocupando su puesto y peleando cada balón. A medida que iba avanzando el partido Ronaldinho tomaba más y más protagonismo, regaló a la grada sus habituales taconazos y sombreros, hasta se atrevió con la ya famosa elástica. Llegamos a la media hora empatados y en el Camp Nou ya se olían los cuartos. La segunda parte fue más de lo mismo, el Barça a lo suyo, atacando pero sin volverse loco hasta que el “10” se vistió de héroe, quién si no, se fue de todos, soportó el corpulento cuerpo de la roca Terry y chutó, el Estadi se vino abajo y la ciudad entera saltó. Al final “Mou” inexplicablemente saco a Cole por un central, Huth y se encontró con un regalo que sin duda no mereció. Un penalti inexistente sobre el capitán Terry que Lampard transformó. Un Barça enorme que demostró que es mejor que el Chelsea jugando al fútbol y que en sus filas tiene (si es que había que recordarlo) al más grande futbolista del planeta, Ronaldinho.
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