El ver en pantalla a Christina Ricci en paños menores ya es un buen motivo para acercase al cine a ver Black Snake Moan, si a eso le añades que el siempre enorme Samuel L. Jackson sale tocando la guitarra y cantando blues de calidad ya es para no poder vivir sin verla. La historia es muy comun, por un lado está Lazarus un viejo buena gente que va a la parroquia cada domingo, que al ser abandonado por su mujer cae en depresión, y Rae, una chica que suele ir por ahí tirándose todo lo que se menea y que deja de encontrarle sentido a la vida cuando su novio Ronnie (Justin Timberlake) se va con el ejército. Por cuestión del destino sus vidas se cruzan y Laz se decide por salvar a Rae del infierno que vive. Por cierto, no se le ocurre mejor idea que encadenarla a su calentador.
Aunque la película al ver el trailer o el cartel pueda aparentar ser salvaje, sexual, violenta tarantinesca para hablar claro, no van por ahí los tiros. Black Snake Moan es un film estupendamente filmado con una banda sonora increíble, unas cuantas frases enormes y dos actores que están gigantes en su papel. Ah y para las chicas está el Timberlake, que él y la pared son iguales pero hay que recaudar dinerito. Blake Snake Moan pretende ser un buen blues y, amigos, no hay blues malo.
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